Comedia musical en la que un joven americano hereda de su tía un negocio de moda en Paris. Como el drama amoroso de la pareja protagonista no ofrecía muchas posibilidades, los guionistas de Rogers y Astaire se siguen superando. Lo bueno del caso es que en esta oportunidad la dupla ocupa un papel secundario y se siente cómoda en ese rol porque deja intactos sus bailes, especialmente ella. Es un cambio de escenario para sus films que resulta bienvenido, pero la trama de la casa de diseño de ropa al menos era atractiva y también da pie a un par de gags oportunos. La grúa que sube y baja los tres pisos del edificio donde se encuentra la agencia de modelaje es un prodigio técnico.