Drama en el que una joven californiana viaja a Panamá para tomar un trabajo como bailarina en un cabaret. El viaje en buque ocupa casi la mitad de la película, por lo que la curva descendente de la historia no es muy pronunciada. Un cabaret un poco decadente, pero comparado con el lugar donde termina la joven, es un palacio y la dueña no es tan despreciable. Los recursos son un poco precarios, aunque el rostro de Arline Judge es tan bello como extraño. La estrella del cine muda Juanita Hansen salió del retiro para interpretar a la dueña del antro. Es interesante como los recursos del cine exploitation son los mismos a lo largo de la historia, pese a que lo que se pueda mostrar varíe de acuerdo a las épocas. En este caso no se ve más que algunas piernas y camisones por la mirilla de la puerta de un camarote al principio, pero la disposición voyeuristica (o la acentuación de la perversión de la mirada) es la misma siempre. También como los exploits de la década de 1930 están atravesados por una crisis económica de fondo: que una joven americana tenga que ganarse la vida en un cabaret de mala muerte es testimonio de que las cosas no andaban del todo bien en casa. El título es apropiado.