Cuento de terror en el que tres chicos se meten en un estudio de cine abandonado en el sudoeste de Francia. El film es nueva oportunidad de apreciar el talento y la sutileza de la pareja de directores franceses antes de hacer su incursión en el mercado angloparlante con una secuela de Texas Chainsaw 3D (2013). Aux yeux des vivants (título más apropiado que el inglés Among the Living) es una especie de cuento de hadas bañado de realismo aluciado y fábula perversa. Nuevamente las referencias al cine de terror americano están ahí, pero en el nivel estético los referents son otros: la escuela gótica italiana y la escuela francesa del grand guignol. El escenario está cerca del slasher, pero el motor de la trama es el del giallo (el testigo) y las soluciones visuales están más cerca de la abstracción lírica. En ese sentido la pareja francesa hace un trabajo de apropiación de los modelos americanos mucho más activo que la mayría de los directores de su generación. Tres partes bien marcadas: el prólogo violento que nos retrotrae a la ópera prima de los directores (con presencia de Beatrice Dalle incluida); la historia de los chicos que se escapan de la escuela que, antes de una aventura púber y el score a la Jerry Goldsmith desemboque en Joe Dante, el cruce del agua sirve como puente entre la realidad y el horror; y por último, el regreso a casa en el que la película adopta las poses del slasher con un asalto a la cotidianidad comparable al de Halloween (1978). El único reparo: el enfrentamiento final parece filmado un poco a las apuradas. Algunos detalles de la puesta en escena: la cámara que se “distrae” cuando los chicos pasan por el barco pirata del estudio de cine abandonado, el punto vista que vira hacia el asesino cuando estos escapan del pueblo del lejano oeste y la imagen del payaso que se ilumina en la habitación de uno de ellos.