Policial en el que un agente secreto investiga el secuestro de la hija de un político importante en New York. David Mamet se mete en un territorio peligroso: muchos militares con rostros curtidos, trama política, coqueteo con la acción, un protatagonista (Val Kilmer) que poco tiene que ver con sus habituales personajes. Pero puede decirse que sale hecho. Porque trata al espectador con inteligencia y respeto. De la narrativa oblicua habitual, excelentes diálogos, magistral uso de la elipsis y detallista puesta en escena resulta una combinación poco habitual en la actualidad. Si a eso sumamos dos características hasta ahora ausentes en su obra: un look visual más estilizado y moderno si se quiere cierto aire crudo-realista propio de los thrillers políticos de la década de 1970. El panorama es excelente. Lástima que pocos se enteraron de las virtudes del film nadie fue a verlo, aunque nunca Mamet fue masivo. Destacar la caracterización de Kilmer, carente del divinismo habitual y el conflicto que atraviesa toda la trama, Homicide (1991), alejada de las luces y el reconocimiento. Spartan continúa desarrollando su obra tan sobria como sólida.