Comedia de terror y ciencia ficción en la que un pequeño pueblo se ve azotado por una ola de accidentes automovilísticos en Australia. Más allá de algunos gags puntuales como el protagonista inspector de parking o los freaks disfrazados de freaks, el humor es bastante subterráneo y aparentemente involuntario. Un producto que roza el amateurismo y está destinado al culto no hacía prever los futuros derroteros de su realizador.