Comedia dramática en la que un joven se une al equipo de béisbol de una universidad de Texas tres días antes de empezar las clases en 1980. Más allá de las conexiones que se puedan establecer con Dazed and Confused (1993) y Boyhood (2014), el film funciona independientemente de las semejanzas argumentales con esas obras. La calma y serenidad que muestra Richard Linklater para evadir los excesos y los chistes fáciles (en el terreno menos propicio para ello) ya lo asemeja a los clásicos. Por empezar, no hay un auténtico conflicto en la película. Una comedia de fraternidad que muestra una sucesión de fiestas, bromas pesadas e incluye mariguana y peleas de mujeres en el barro podría ser demasiado para cualquiera. De hecho, al principio, los personajes resultan un poco chatos, la cordialidad entre ellos, un poco impostada y los constantes juegos masculinos de competencia, algo forzados. Pero de a poco Linklater va encontrando espacio para puntuar el relato. Durante la conversación telefónica desde sus habitaciones del protagonista y la compañera que acaba de conocer, la split screen parece innecesaria, se acaban de conocer en el estacionamiento de un supermercado. Pero luego nos damos cuenta que es fundamental para mostrar la reacción en simultáneo en el momento que arreglan verse inmediatamente. Otros ejemplos: la manera en que la cámara evita la escena del beso de chicas en la fiesta y cómo se resuelven las peleas en el barro. El personaje que graba los episodios de The Twilight Zone (1959-1964) como una forma de retener el pasado va con cierta intención de perpetuarse en la vida universitaria que no es precisamente muy americana. La película no hace un retrato de época, de hecho ciertas conductas y modismos son más de esta época que de aquella. El escenario está definido y los personajes lo recorren saltando de un lugar al otro: la referencia al pinball se puede aplicar a todo el cine de Linklater. Podría decirse entonces que Everybody Wants Some!! es un punto intermedio de sus affaires más comerciales, The School of Rock (2003) y Bad News Bears (2005), y sus proyectos más personales. La película muestra una vez más su sabiduría como director, cada vez más clásico y elegante en la puesta en escena. Ah, la banda sonora es imperdible (The Knack, Blondie, Patti Smith Group, The Sugarhill Gang) y, además, los actores juegan bien al béisbol.