Biopic de Michael Petersen alias Charles Bronson, el prisionero más violento de Inglaterra desde 1974 hasta la actualidad. Refn se va a Inglaterra para ver se consigue el ingreso a las ligas mayores que le fue esquivo con Fear X (2003). En el camino pierde la coherencia de sus planteos. Si en su obra se observa una doble tendencia hacia al cine americano de la década de 1970 (Scorsese, Schrader, Ferrara) y a ciertos tics manieristas (Tarantino, Aronofsky, Guy Ritchie), ahora la balanza se inclina definitivamente hacia el segundo grupo. Poco importan las referencias a A Clockwork Orange (1971) en cuanto a la preponderancia visual, la música clásica, el ralentí porque celebrar la violencia siempre está al borde de la imbecilidad. Cuando el protagonista dice en los primeros minutos del film “siempre quise ser famoso”, entre él y los reality shows o los programas de Disney no hay grandes diferencias. Uno no deja de pensar en Hans-Jürgen Syberberg cuando se utiliza las escenas de mimo y teatro como forma de evitar el fascismo, el culto a la personalidad y la reproducción de la violencia. Refn trata de tomar un impulso de regreso a América, aprovechándose de una industria cinematográfica tan generosa y fútil como la inglesa.