Adaptación de comic en la que un agente del FBI dado por muerto busca venganza contra los mafiosos que mataron a su familia en Florida. El film resulta un inexplicable castigo y tortura de más de dos horas contra el espectador, al mismo tiempo que supone la vuelta de un tipo de cine de acción arcaico de tiempos superados. Hensleigh es incapaz de combinar la magia, la fantasía, los colores, el humor y la ironía del comic con la rudeza, la torpeza, la violencia y el esquematismo de los thrillers de revancha. Tampoco logra articular la larga introducción (unos 30 minutos) hasta la tragedia, la búsqueda de planos amenazantes, el protagonismo que le da al clan mafioso, una violencia tan innecesaria como gratuita y los personajes y diálogos listillos. Como sí hicieron Burton en Batman (1989) y Proyas en The Crow (1994). ¿Para qué hablar del sustrato ideológico? Cuando la xenofobia, la discriminación y el militarismo vuelven con más fuerza que nunca, como demuestran A Man Apart (2003), Bad Boys II (2003) o The Order (2003). Sólo un par de secuencias de acción, la persecución de autos y camionetas y la pelea con el rus gigante, logran llamar mínimamente la atención. The Punisher es un torpe thriller de revancha en la línea de los subproductos de Charles Bronson de la década de 1980. Sólo que está disfrazado de comic violento.