Policial en el que a una agente de la DEA le matan a la esposa y emprende una cruzada para atrapar a los capos del narcotráfico en la frontera de California y México. Con este film entramos en la cápsula del tiempo: Vin Diesel juega a ser Eastwood o Bronson y Gray juega a ser J. Lee Thompson y Michael Winner. Sin saber que estos films dejaron de hacerse hace 20 años por alguna razón. Las “modernizaciones” de rigor incluyen un montaje más frenético (tanto que son necesarios dos editores), una banda sonora repleta de espantosas canciones de rap y hip hop, unos conflictos, personajes e ideología muy en la línea de Traffic (2000) y una estética de la secuencia de créditos que remite a Se7en (1995). Pese que aquellas películas en su momento hacían dinero y hoy en día generan risa, hoy ni lo uno ni lo otro. Cuesta creer que vio Diesel en este proyecto recién salido del éxito de xXx (2002). En las tres secuencias de acción Gary Gray hace un serio esfuerzo por hacerlas lo más anodinas y olvidables posibles. Hay una idea visual desaprovechada: los constantes travellings aéreos que acompañan los cambios de lugares y representan el desplazamiento de la droga. Es una lástima que esta idea pierda continuidad sobre el final (como si el tráfico se detuviera). El único que se salva del desastre es Larenz Tate, un actor tomado por los hermanos Hughes, que le da un mínimo de autenticidad a un film que carece de ella. A Man Apart supone el primer tropiezo en la ascendente carrera de Diesel que puede costarle caro y hacerle perder independencia. No sería extraño que vuelva pronto al personaje de Xander Cage.