Drama en el que un grupo de personas queda atrapado por la policía que busca a un tirador en un hotel Detroit durante los disturbios raciales del verano de 1967. Basado en un caso real. Es cierto que es necesario cierto contexto histórico para entrar al relato, pero la película podría arriesgarse a acotar su arco narrativamente y centrarse sólo en la noche del asalto. No es que la presentación de la situación durante la primera noche carezca de valor, pero lo que viene después es tan fuerte que corre el riesgo de quedar en el olvido. Lo mismo puede decirse del epílogo. La victimización siempre es peligrosa. Kathryn Bigelow con la administración Obama Bigelow cosechaba Oscars, nominaciones, premios y taquilla, pero con durante el mandato Trump está película está condenada de antemano a la indiferencia. En sus anteriores películas Bigelow tenía un personaje que sostenía el peso del relato, Jeremy Renner en The Hurt Locker (2008) o Jessica Chastain en Zero Dark Thirty (2012). Acá lo único que puede obtener es un antagonista en el papel del patrullero violento (Will Poulten). Aun así, Detroit tiene una prolongada secuencia de tortura digna de Fight for Your Life (1977). El realismo en el cine es una cuestión de tiempo y aquí se toma todo el tiempo necesario para hacerla sentir en cuerpo.