Drama carcelario en el que un campeón mundial de boxeo llega a una prisión en el desierto de los Estados Unidos. La vuelta de Walter Hill a la dirección luego de productos fallidos, Last Man Standing (1996), o abortados, Supernova (2000), se salda con un resultado irregular. Da la impresión de que su cine poco tiene que hacer en los tiempos del montaje entrecortado, las bandas sonoras de hip hop y la violencia con giro cómico. El aggionamiento no le viene bien. Lo suyo es la violencia expeditiva/primitiva, la narrativa simple/lineal y la referencia a los clásicos de género. Si bien aquí estos elementos todavía están presentes, quedan solapados o escondidos. Así, en la simpleza del dibujo de los personajes y en la resolución visual de las peleas podemos encontrar cierto valor (pero es muy poco). Porque un film que demora todo su desarrollo para una pelea deportiva final indefectiblemente carece de variantes. Hill sigue cada vez más alejado del reconocimiento del público y la crítica. Tal vez sea mejor que deje su obra como está.