Western en el que el legendario pistolero “Wild Bill” Hickok hace un recuento de su vida mientras se establece en el pueblo de Deadwood, South Dakota en la década de 1870. Hill opta por una descarnada visión del oeste y del personaje demostrando que todavía se puede hacer un western que no caiga en el tibio revisionismo o en el cliché crepuscular. A partir de un violento comienzo que establece la desconexión del personaje, del excelente trabajo del reparto (salvo David Arquette) y de una puesta en escena tan barroca como moderna, Wild Bill deja en claro que el Viejo Oeste ya era una construcción en los tiempos que existía.