Aventura en la que un joven guitarrista hace un viaje por el delta del Mississippi en busca de una canción perdida de Robert Johnson. El film es una desvergonzada mezcla de road movie y película con pactos demoníacos que por momentos se convierte en una especie de The Karate Kid (1984) musical. De la ingenuidad de la trama es poco lo que se puede decir: a retener la escena en el que el protagonista se pone a tocar la guitarra después de ser abandonado. Lo mejor termina siendo la música especialmente compuesta para la película de Ry Cooder y no tanto el duelo final de guitarras con Steve Vai.