Cuento de terror en el que una adolescente encuentra una caja china que concede siete deseos a costa de muertes en Cleveland. Con una premisa que remite al cuento The Monkey’s Paw (1902) de W.W. Jacobs y una fórmula que combina Wishmaster (1997) con Final Destination (2000), el film no se esfuerza en ser muy original. Pero ese no es el inconveniente. Más allá de la dinámica del body count, no hay una amenaza concreta sobre los personajes y la película no puede escapar a las trampas del cuento moral. Leonetti es incapaz de imprimirle algo de personalidad o humor al producto. Uno de los problemas es que la protagonista no se da cuenta de las consecuencias de sus decisiones hasta bastante tarde (el quinto deseo). El chiste es que no se toma el asunto demasiado en serio y que pide los deseos mitad en serio mitad en broma, pero aun así, no se puede ocultar su comportamiento absolutamente banal y la naturaleza totalmente superficial de sus deseos (que se pudra su rival de la escuela, la herencia de su tío, atraer al chico popular). Al menos Joey King tiene la capacidad de hacer mínimamente empático a su personaje. En el camino asistimos al mismo enfrentamiento de siempre entre los chicos buenos y los chicos populares de la escuela secundaria. Sobre el final la película ensaya una trama sobre realidades paralelas, pero ya es demasiado tarde.