Cuento de terror en el que unos adolescentes invocan el espíritu de un demonio en un edificio de Moscú. La deuda que Rusia tiene con el cine de terror todavía sigue pendiente, pero de a poco algunos realizadores jóvenes están tratando de cubrirla. En este caso el modelo visual y narrativo remiten al cine americano (las tomas subjetivas, la anticipación de los sustos, la estructura en tres actos claramente separados), pero algunos giros de la trama y el dibujo de los personajes tienen ciertas particularidades locales (la figura paterna en la trama de los adolescentes, las imágenes de los bloques de edificios de Moscú, algunos planos que se sostienen más de lo habitual). El tema del espejo es de larga data en el género de terror, pero asociado con una especie de demonio al que se invoca indefectible recuerda a Candyman (1992). Pero Podgayevskiy se encuentra con los mismos problemas de los films de terror occidentales que consumen el escenario demasiado pronto. La película debe olvidarse de los fantasmas y transformarse en un film de posesión para sostener el artificio.