Comedia en la que la que un grupo de artistas y extras participa de la grabación de un programa televisivo musical en un estudio a las afueras de Madrid. Las películas de De la Iglesia siempre se muestran apuradas por llegar a un lugar, pero cuando arriban no se puede sentir más que una desilusión. Con al menos cinco tramas paralelas que cada tanto se cruzan y una veintena de personajes, hay elementos de sobra para mantener la atención durante la primera parte del film. Si bien el escenario era propicio para una sátira a la sociedad del espectáculo (ese microclima de alegría fingida) o un desfile interminable de freaks (la aparición de Raphael como una especie de villano sobrenatural es un gran acierto), los personajes y las historias se agotan mucho antes del final de la película. Mi gran noche tal vez sea su película más ligera y menos violenta, aunque no deja de tener su costado caótico. La presencia de las manifestaciones, huelgas y enfrentamientos con la policía afuera del estudio le da una condición de extrañamiento cercana a la ciencia ficción.