Drama criminal en el que un joven con un extraordinario sentido del olfato crea perfumes a partir del asesinato de jóvenes bellas en Paris en el siglo XVIII. Adaptación de la novela de Patrick Süskind. Sólo los alemanes son capaces de afrontar estas empresas de adaptar una novela “imposible”, combinar la magia y el horror y buscar la raíz de la relación amor-muerte. Sólo por intentarlo merecen respeto. Cierto es que (a causa del régimen de coproducción que obliga al rodaje en inglés o de la incapacidad de Tykwer como director) la primera hora de la película es bastante floja, por momentos bordea el ridículo y el narrador borracho de John Hurt se vuelve insoportable. Pero no se puede dejar de reconocer el riesgo que supone tener a un protagonista que se comporta como un asesino a sangre fría por 150 minutos, filmar una historia que mezcla sexo, necrofilia y canibalismo y una resolución que escapa a todos los cánones del conformismo. Porque a fin de cuentas el film busca literal y metafóricamente la esencia de lo humano que las sociedades tratan de ocultar o domesticar (Foucault). La resolución es particularmente emotiva y desbocada. Perfume: The Story of a Murderer es un producto condenado de antemano al “fracaso” por tratar de poner en imágenes lo que en un principio no se puede.