Cuento de terror y ciencia ficción en el que una corporación crea un cyborg que es una perfecta máquina asesina en Estados Unidos en 2003. Norrington muestra afición por el terror no sólo en los nombres de los personajes (que remiten a conocidos directores del género), sino en la inquietante presencia de Brad Dourif, en la identidad que adquiere la máquina, la graduación de sus apariciones y el gusto por los ambientes oscuros y cerrados. Pero no es suficiente. El modelo visual de Ridley Scott ya no sorprende a nadie y el suspenso sólo aparece a cuentagotas. El film crea unas expectativas mucho mayores de las que es capaz de cubrir. Igualmente el sentido del humor irreverente invita a la simpatía y el retrato de una gran corporación en la que nadie en realidad tiene el control invita a la reflexión.