Drama en el que dos misioneros portugueses buscan a un cura desaparecido en Japón en el siglo XVII. Nueva adaptación de la novela de Shûsaku Endô. Silence es la mejor película de Scorsese en mucho, mucho tiempo. La aventura tarda en despegar principalmente por la incapacidad de conectar los espacios del cine contemporáneo (que Scorsese de alguna manera impulsó y también se contagió), pero los intereses del film van por otro camino. Más allá de que la búsqueda del cura desaparecido podría emparentarse con la del coronel Kurtz en Apocalypse Now (1979), el viaje termina siendo más introspectivo. El silencio de Dios se hace dueño de la función y el ambiente hostil que transita el personaje se convierte en el escenario de su crisis espiritual. Más que un muestrario de la violencia y la crueldad de los japoneses contra los cristianos, la película se convierte en el testimonio de la resistencia. La serenidad y la calma de la planificación y el montaje muestran la capacidad de Scorsese para absorber el tipo de cine y llevarlo a su terreno. Sin llegar a los extremos de ritualización de Kundun (1997), esta es su película más oriental.