Documental en el que un complejo de departamentos se construye en un barrio popular de Barcelona. La inclusión de cámaras de video en el cine de Guerín facilita los cruces entre la ficción y el documental. Pero todavía su cine acusa la ausencia de personajes. Que sean y luzcan “reales” no significa que tengan alguna entidad: la pareja joven, los viejos, la niña, los obreros, el capataz no van más allá de su descripción tópica. Pero por eso mismo funcionan como fantasmas próximos a desaparecer cuando se construyan nuevos edificios. El comentario del posible nuevo propietario preocupado porque no haya gente fea que ver va en esa línea. El único segmento que capta la atención es el descubrimiento de unos cadáveres romanos en la excavación de la obra. Los films de Guerín por lo general parten de ideas atractivas. El problema es que después hace muy poco para sostenerlas con planos esos “ingeniosos” que buscan la “belleza sutil”.