Comedia dramática en la que el hijo de un estanciero pasa unos días en Recoleta, Buenos Aires. Luego de una larga estadía en Brasil, Christensen vuelve a la Argentina para adaptar un cuento de Eduardo Gudiño Kieffer en una película que escapa a fáciles descripciones. Desde el comienzo desconcertante, con una sucesión de breves escenas mudas a punto de comenzar, pasando por el retrato de la juventud porteña, por cierta estética pop art de la década de 1960 y por algún que otro coqueteo homosexual, hasta la ambientación en el barrio de la Recoleta (referencia incluida al fantasma de la mujer de blanco), el film nunca sabe exactamente lo que quiere ser, pero nunca cae en el tedio y en el camino encuentra soluciones originales.