Secuela de El profesor hippie (1969) en la que el profesor es enviado a una escuela secundaria de Esquel. La película tiene serios problemas en encontrar un conflicto. La falta de realismo se vuelve un lastre insostenible en esta secuela. No sólo en términos visuales (las escenas en exteriores no alcanzan a disimular los interiores filmados en Buenos Aires), sino porque al tratar el problema de las escuelas rurales la solución que encuentra la película son la caridad y los festivales musicales. Cada vez que se inserta un número musical es como el corte publicitario de un programa televisivo. El espectador puede dejar de prestar atención a lo que pasa.