Precuela de The Exorcist (1973) en la que le padre Merrin realiza su primer exorcismo en Kenia en 1949. No conviene especular con los motivos del despido y del arrebato del proyecto a Paul Schrader (un director muy diferente a Harlin) o que fue lo que quedó finalmente (o ayudó a Harlin a perfilar su film). Simplemente habrá que esperar el lanzamiento doméstico de la otra versión (un caso inédito) para comprobar las diferencias. Lo que se puede decir de Exorcist: The Beginning es que hace una atractiva relectura del original que permite poner en perspectiva los 30 años de diferencia con el film de Friedkin. Si bien puede parecer un homenaje en cuanto a la gravedad del tono y los golpes de efecto, algo poco común en el cine terror actual (y más propio de la década de 1970), la película tiene otras atractivas variaciones: al centrarse en la figura del padre Merrin supera el estereotipo del padre con crisis de fe, la actuación de Stellan Skarsgård sostiene todo el horror de la película (a diferencia del retrato de personajes un poco maniqueo del original), la bienvenida indefinición de la identidad del personaje poseído, la variación del concepto de realismo (por ende del efecto de shock) y el comentario sobre los medios para expresar una idea personal y original. La fotografía de Vittorio Storaro se luce en todo momento, pero para quien haya visto The Sheltering Sky (1990) no es ninguna sorpresa. Es una lástima la inclusión de unos ridículos efectos digitales en la esperpéntica secuencia de exorcismo del final que nada tienen que ver con el resto del film. La resolución con el protagonista yendo hacia el Vaticano es digna del Brian De Palma más desconfiado y del Oliver Stone más perspicaz.