Drama en el que una ex actriz vive con un joven productor millonario que le controla todos sus movimientos en Los Angeles. Luego de un film un poco anodino, Adam Resurrected (2008), Schrader vuelve al terreno que mejor domina con una película pequeña, lúcida y contemporánea. Esta vez cuenta con guión de Brett Easton Ellis y la participación problemática pero siempre productiva de Lindsay Lohan como protagonista. Las nuevas tecnologías, las redes sociales, los teléfonos celulares y las herramientas de localización son una parte fundamental de la trama, pero no toman por asalto el dispositivo visual del film. Todo lo contrario. La puesta en escena de Schrader prefiere los planos amplios para filmar los desplazamientos de los personajes. En ese sentido, Los Angeles es una ciudad ideal. Es la película más deleuziana que ha hecho Schrader en cuanto al concepto de las formas “amables” de la sociedad de control (a diferencia de las formas autoritarias la sociedad disciplinaria). El mundo laboral queda reducido a una sucesión de contactos, favores y recompensas. Gus van Sant aparece como el psicólogo de esta generación. El estilo de Schrader siempre está en conflicto con el estilismo. De ahí que necesite del apoyo de los géneros, pero en este caso es mínimo. Hay algo de melodrama, y el arresto final de policial puede parecer inapropiado. Pero como deja claro la resolución, las nuevas tecnologías no ejercen un control tan determinante en el espacio como lo hacen en el tiempo. Schrader realiza de forma brillante lo que Wenders ha venido tratando de hacer torpe y pretenciosamente desde The End of Violence (1997).