Drama en el que un aspirante a actor asesina a su madre y cuando llega la policía se encierra en su casa en San Diego. Inspirado en un caso real. La estructura narrativa en un principio parecía ser un obstáculo. El montaje paralelo de la llegada de la policía al lugar del hecho y los flashbacks del comportamiento errático del protagonista en el pasado reciente parecían entorpecer la fluidez del relato. Pero Herzog lo resuelve al no construir ninguna progresión narrativa en las escenas en el presente. Sólo sirven para ilustrar las cordiales entrevistas que el detective interpretado por William Dafoe hace a su novia y su director de teatro (Chloë Sevigny y Udo Kier hacía mucho que no lucían tan bien). En cambio un tono cada vez más esotérico e inquietante domina las escenas en el pasado. De apoco esas escenas van sembrando una semilla de violencia y maldad. Además Herzog acierta al sostener en el presente el punto de vista del lado del policía para generar misterio sobre el estado actual del protagonista. Las secuencias del final, el viaje a Calgary y a Juárez, el ingreso al hospital para visitar a los enfermos, el momento en que le deja su mochila a un desconocido en un parque y la pelota de básquet abandonada en un árbol dan forma al particular desprendimiento del mundo del personaje. El camino elegido en la resolución puede defraudar, pero extrañamente es el más sensato.