Cuento de terror en el que un hombre lisiado descubre a un Pie Grande que ataca a un grupo de mujeres en una cabaña en las montañas de California. El hijo de Lalo Schifrin debuta como director con score de su padre y un reparto que suma cameos de veteranos del género de terror (Dee Wallace Stone, Jeffrey Combs, Lance Henriksen). Más allá de la siempre efectiva dinámica del voyeur tomada de Rear Window (1954) la película es clase B pura, con monstruo disfrazado incluido (más allá de que su rostro parece ser digital, está bastante bien logrado), cámaras en primera persona de visión calórica, asesinatos medianamente gore, un sheriff incompetente y un desnudo gratuito (de Tiffany Shepis). Schifrin planifica con cierta elegancia y economía. Hace un buen uso del plano fijo de las escaleras por las que tiene que ser llevado el protagonista (para remarcar su estancamiento espacial) y del plano conjunto cara a cara de la chica superviviente y el monstruo. En estos tiempos de sobredosis digital no hay que dejar de destacar esta apuesta, tan modesta como entretenida.