Slasher en el que unos jóvenes pasan un fin de semana de campamento mientras un asesino enmascarado los asesina en un lago de New Jersey. Remake de Friday the 13th (1980). Dentro del lamentable escenario de secuelas y remakes de films de terror de las décadas de 1970 y 1980, el concepto y la premisa de Friday the 13th son los que mejor se ajustan al panorama actual. Por lo único que deben preocuparse los realizadores es mantener el body count alto, los asesinatos sangrientos e incluir el irresistible efecto vocal de Harry Manfredini en la banda sonora. Porque en términos de guión, actuaciones y puesta ne escena nadie puede reclamar tensión y realismo. Aun así hay lugar para sorpresas. El prólogo de 25 minutos juega con las expectativas del espectador porque es muy largo como presentación y muy corto para ser la historia principal. Después, los senos operados de las modelos/actrices, la modernización de la trama con el uso del GPS, el comic relief del negro y el chino y el retrato de los “adolescentes” son síntomas de una batalla perdida hace mucho tiempo. Son todos elementos incapaces de generar inquietud. De los trece asesinatos ninguno es original y sólo un par realmente gore. De todos los productores que podían llenarse los bolsillos explotando el género de terror justo tenía que ser Michael Bay y su banda de directores de video clip.