Cuento de terror en el que el equipo de filmación de un programa de televisión investiga la presencia de un supuesto demonio en un bosque de New Jersey. Más conocido por ser el film que se realizó un año antes con la misma idea pero no obtuvo ni el 0,01 % de las ganancias en la taquilla que The Blair Witch Project (1999). El enfoque mucho más sociológico y tecnológico que terrorífico o mítico. Trata de hacer una crítica a los medios digitales y la obsesión por el internet. No asistimos a la angustia de los personajes o un clímax asfixiante. El principal problema es que el narrador interrumpe la acción constantemente (por momentos recuerda al sentido del humor involuntario del narrador de los documentales mondo) y que la estructura está mucho más atada al documental (entrevistas constantes) que a la ficción (nula progresión). Testimonio de las consecuencias de la televisión, las cámaras, los videos y los medios basura permite a cualquiera ser protagonista de sus propias historias. En cuanto al retrato de los personajes, el productor no profundiza las derivaciones de la desaparición de su cuerpo, el conductor es el típico payaso cool de cualquier grupo, el grabador de sonido no alcanza los segundos para perfilarse y el supuesto asesino es psíquico o psicópata que funciona mejor tranquilo que sacado. La resolución totalmente fuera de lugar corporiza el mal en el director que sólo es el mediador. Una propuesta más modesta y menos radical que no abre ninguna puerta para el futuro del cine de terror.