Policial en el que un asesino a sueldo es perseguido por la mafia china y la policía en Los Angeles. La carta de presentación de Chow Yun-Fat en Hollywood (con John Woo como productor ejecutivo) es un tipo de policial que ya hicieron Melville, Hill, Aristarain y el propio Woo. Tarantino presta un par de actores y Antoine Fuqua recién salido de los videoclips debuta en la dirección, pero el resultado no es muy estimulante. El guión peca de ingenuidad (el protagonista se arrepiente de salvar al policía), infantilismo (los villanos atan a la pareja protagonista en vez de dispararle) e ignorancia (van al cine para evitar el asesinato). Formalmente Fuqua nos ametralla a contrapicados, cenitales, travellings y colores. A su favor se puede decir que hace un potente uso de la música y que hay una lejana tendencia realista en su puesta en escena. Chow Yun-Fat es uno de los actores más fotogénicos de la actualidad (aunque su figura de inofensivo galán tal vez no va con el papel de un asesino a sueldo) y Mira Sorvino es una de las pocas buenas actrices que aceptan este tipo de papeles (aunque más no sea para complacer un capricho de Tarantino, su novio de entonces). La carrera de Chow Yun-Fat en Hollywood quedó abortada antes de empezar. Tal vez si hubiera hecho antes The Corruptor (1999)…