Comedia en la que cuatro amigos hacen una promesa de perder la virginidad antes de terminar la secundaria en un pueblo de Michigan. Lo que se presenta como una comedia picaresca adolescente con sabor a la década de 1980 es mucho más tradicional y consciente de lo que el trailer y un par de secuencias insinúan. Por empezar, los desnudos se limitan una sola escena, el retrato de los personajes oculta hábilmente el estereotipo y el retrato de las mujeres no es despreciable. El film es mucho más disfrutable que productos símiles. En un par de escenas (la salida del bar luego de hacer la promesa y la panorámica sobre las parejas en la noche del baile de graduación) encuentra cierta autenticidad y gusto por el detalle. Claro que mucho mérito se lo llevan los actores (Jason Biggs soporta las humillaciones de su personaje, Chris Klein le da un toque de inocencia, Sean William Scott “es” Stifler y Mena Suvari tiene un par de gestos y reacciones sorprendentes). Lo que no termina de cerrar es la mirada entre retrospectiva y nostálgica hacia la adolescencia que quita valentía y riesgo a la propuesta. La película sabe de sus limitaciones y explota al máximo sus fortalezas.