Drama en el que un escritor a punto de morir recuerda los personajes de su vida y de su obra en Paris en 1922. Adaptación del último volumen de À la recherche du temps perdu (1913-1927) de Marcel Proust. Ruiz realiza una adaptación asumidamente inaccesible y hermética de la novela (independientemente de que se tenga conocimiento previo de la obra). El film es un muestrario de los personajes, las familias y los ambientes de la aristocracia francesa de principios del siglo XX que navega entre lo elegante y lo intrascendente. Largas charlas mundanas y la posición de mero escucha del protagonista no funcionan tan bien en el cine como en la literatura. El punto de vista narrativo (a partir de constantes flashbacks, alteraciones temporales y un total desorden cronológico de los hechos) y la puesta en escena (con decorados móviles, personajes quietos y figuras inanimadas) intentan reflexionar sobre el tiempo y la memoria, pero no consiguen sacar a la película del letargo. Recién en el último tramo el film toma un poco de vuelo cuando los personajes se vuelven conocidos (en la novela disponíamos de los seis volúmenes previos) y el artificio encuentra sentido, pero la película termina enseguida.