Biopic del criminal John Dillinger durante sus robos a bancos en el medio oeste de los Estados Unidos en 1933. La película es fértil en lecturas históricas (la gran depresión se puede ver en el viejo de la gasolinera que no le importa morir por unos centavos y en los granjeros que roban las pertenencias de los muertos), políticas (el agente del FBI que lo captura terminará suicidándose en 1961), psicológicas (la transformación del protagonista de monstruo omnipotente a anónimo espectador) e ideológicas: lo que arranca como un robo en plano subjetivo (a nosotros) termina en un acribillamiento a sangre fría. Si bien hay algunos excesos en los tiroteos propios del incipiente cine de acción, no quita que el film sea uno de los mejores estudios que ha dado el cine americano sobre la historia criminal de los Estados Unidos.