Drama criminal en el que un abogado estafador de accidentes de tráfico conoce a una médica de un hospital en San Justo. Trapero continúa la senda ascendente de su cine después de Nacido y criado (2006) y Leonera (2008) con un film de género que combina cuestiones sociales, un oscuro realismo y una pirueta narrativa. A partir de una puesta en escena austera y estilizada, de un punto de vista objetivo pero nunca frío y de una descripción bastante minuciosa del ambiente, logra meternos en la historia. Ahí es donde suma un plus que tal vez necesitaban sus films anteriores: el retrato de unos personajes abatidos, un par de secuencias de suspenso sobre el final y una resolución que juega con la circularidad del relato. Es cierto que la historia de amor no resulta muy creíble, que el film parece desinflarse en su segunda parte y que el asesinato queda un poco fuera de lugar. Pero son los actores los que pueden sostener el peso del relato. En ese sentido Ricardo Darín recupera el tamiz negro de sus films con Bielinsky y, respecto Martina Guzmán, sólo decir que ya dan ganas que se ponga a trabajar como actriz con otros directores también.