Comedia dramática en la que cuatro chicos pasan las vacaciones en un country judío de verano en el Gran Buenos Aires en 1993. Winograd se mete en el naturalismo (mundo cerrado, imposibilidad de la acción, degradación de la pulsión) desde el relato coral y el humor judío. Si necesita de la inventiva del guión, de un abultado reparto de caras conocidas y de un poco de condescendencia, al menos encuentra algunos gestos y momentos de auténtica emoción. En ese sentido, las lecciones de vida del abuelo (Juan Manuel Tenuta), el personaje fronterizo de Nahuel Pérez Biscayart, el amor incondicional de Julieta Zylberberg a su novio, el viaje de regreso en colectivo luego de la salida a la capital y la aparición de Sergio Denis para cantar en la fiesta se destacan sobre el resto. Claro que al final el film tiene que asumir la ausencia de una trama. La referencia a Truffaut con el protagonista frente al espejo no es suficiente. Winograd apuesta por la comedia y el humor puros, una rareza en el cine argentino contemporáneo. Puede tener futuro.