Drama en el que una joven se prostituye una noche para conseguir el dinero del alquiler en Buenos Aires. Chomski sigue obsesivamente a su protagonista, se desprende de la accesorio, sostiene el ritmo ascendente del relato y logra una fascinante mezcla de estilización y realismo. Se puede argumentar que la anécdota es demasiado pequeña, que el tema bordea el sensacionalismo y que en algún momento le falte consistencia al planteo, pero el acercamiento que hace al material es irreprochable. Por empezar, la cámara al hombro en movimiento se mete en la acción, la importancia de las cifras y el dinero es una constante y el film en ningún momento cae en moralinas. Si a eso sumamos la impecable interpretación de Antonella Costa, un montaje que no tiene fisuras y la aparición de la música diegética siempre oportuna, tenemos que reconocer que es una de las óperas primas del cine argentino de la década de 2000 más sólidas. Incluso las panorámicas sobre la crisis social (los chicos en el subte, los cartoneros en la calle) están en función del punto de vista de la protagonista.