Drama en el que un joven sufre una sobredosis en Buenos Aires y va a pasar un tiempo con su padre a Madrid. A la fuerza, la intensidad y la inteligencia de los diálogos, Aristarain le suma unos personajes vitales, unas actuaciones convincentes y una progresión narrativa del relato. Sólo para objetar la caricatura inevitable en la que ha caído Federico Luppi y una leve tendencia al sentimentalismo. Obstáculos mínimos que no impiden disfrutar del film.