Drama en el que un escalador de montañas queda atrapado solo por cinco días en un cañón de Utah. Luego del éxito de Slumdog Millionaire (2008), Danny Boyle regresa con un producto más pequeño. El inconveniente de su estilo pirotécnico (frenetismo del montaje, fotografía quemada, música extradiegética) es que no siempre funciona con la historia o el género en cuestión. En este caso uno estaría dispuesto a decir que no funciona. La soledad, la espera y la naturaleza no son apropiadas para ese tratamiento. Pero no hay que depositar en el medio lo que debe surgir de las imágenes. El interrogante es hasta dónde Boyle es capaz de llevar las ideas. En ese sentido algunos apuntes sobre el individualismo y el consumismo son afines a su obra, el fantasma de la ex novia sigue acosando a los cineastas de su generación (Fincher, Gondry) y esa especie de realismo alucinado por momento logra el efecto pretendido. Boyle sigue construyendo una obra despareja y estimulante. En el panorama del cine americano contemporáneo le sobra para destacarse.