Drama en el que una familia planea mudarse a Australia desde Viena. Haneke utiliza la elipsis, la repetición y el simbolismo para representar la vida contemporánea como una acumulación de rituales sin sentido. El film nos lleva a las puertas del horror con las imágenes mentales que se le aparecen al protagonista y con ese montaje de diez minutos de la destrucción de la casa que desata toda la violencia contenida.