Drama en el que un ladrón es utilizado como doble de un señor feudal recientemente muerto en Japón durante la guerra civil en la década de 1570. El film tiene una impresionante reconstrucción de paisajes y de vestuarios. La escena del sueño con fondos pintados de colores es bellísima. Pero la película es despareja. Gana con el juego de equívocos propio de la comedia. Pierde con la excesiva duración (162 minutos). Aunque en la resolución recupera algo de vigor a partir de la matanza sin sentido de la batalla de Nagashino y de la caída en la locura del protagonista.