Drama en el que una sirvienta se convierte en la favorita de un emperador viudo en China en el siglo VIII. Mizoguchi saca máximo provecho de los planos secuencias, de los movimientos de cámara, de la pequeña forma narrativa de la acción, del color, del vestuario, de los accesorios y de los gestos de las actrices captados al pasar para conectar los pedazos de espacios al tiempo.