Drama en el que cuatro sucesos históricos ponen de manifiesto la intervención del Diablo. Dreyer empieza a moldear lo que sería su estética trascendental con el magnífico uso de los primeros planos de los actores y una puesta en escena minimalista pero repleta de hallazgos. Utiliza el sentido del humor con intención crítica y representa la figura del Diablo como mediador entre el poder divino y la valentía para rebelarse.