Aventura en la que un niño es enviado al cuidado de un contrabandista en Inglaterra en 1757. A partir de cierta atmósfera de cuento de fantasmas, de la mirada de un niño al mundo de los adultos, de un magnífico uso del color y el cinemascope y de la insistencia en la relatividad de las apariencias, Lang redondea uno de sus films más bellos. Los toques expresionistas de la escuela alemana del miedo son bienvenidos en este tipo de historias.