Cuento de terror en el que dos chicas hacen bromas por teléfono y se ponen en contacto con un asesino en un pueblo de California. Castle se convierte en uno de los pioneros del cine de terror adolescente. Más allá de las constantes contracciones del guión y de las obvias limitaciones, la película está resuelta con ímpetu. La inversión que hace de la escena de la ducha de Psycho (1960), la espesa bruma que rodea la casa de la protagonista, la salida de las chicas para conocer la casa del asesino y el clímax con una ruptura de vidrio muestran que Castle de vez en cuando se toma en serio el género de terror. El problema es que el espectador siempre sabe más que los personajes, en todo momento y con mucho tiempo de anticipación. En eso Castle nunca supo entender al cine de Hitchcock.