Secuela de The Hills Have Eyes (1977) en la que un grupo de jóvenes motociclistas van al desierto y son asesinados por los miembros restantes de la familia caníbal en Nevada. Craven imita el modelo de Friday the 13th (1980) de la forma más burda y complaciente: el guión es ridículo, la dirección acorde, los ocho personajes en viaje carecen de matices, los asesinatos son filmados a las apuradas y los psicópatas resultan más idiotas que amenazadores. Como resultado tenemos el peor film de su carrera. Sólo justificable porque en ese momento tal vez estaba más pendiente del rodaje de A Nightmare on Elm Street (1984).