Secuela de The Grudge (2004) que narra tres historias paralelas relacionadas con el fantasma maldito en Tokyo y Chicago. Shimizu continúa explorando la narración fragmentaria, las alteraciones temporales y el timing del montaje. Esta vez con un ritmo más pirotécnico. La decisión de terminar todas las escenas con un susto o un sobresalto se sostiene porque las historias paralelas van dejando huecos. Shimizu muestra un mayor aplomo en el montaje (un ritmo casi musical de la duración del plano) y en las actuaciones (convincentes los tres personajes femeninos). Si bien las cuatro dimensiones del film (la imagen, el sonido, la actuación y el relato) están resueltas de forma irreprochable, la quinta dimensión (la relación entre ellas) sigue sin aparecer. Allí es donde Shimizu sigue siendo una promesa sin explotar. La secuencia en que las estudiantes entran a la casa resulta ejemplar por el crescendo. La vulnerabilidad con que se presenta la protagonista a partir de la barrera del idioma es apropiada. Y la opresiva atmósfera se adueña de la historia del edificio de la familia americana. The Grudge es una de las pocas sagas del género de terror que mantiene un alto nivel en todas sus secuelas. Sino recordar lo que pasó en la década de 1980 con las secuelas de Halloween (1978), Friday the 13th (1980) o A Nightmare on Elm Street (1984).