Cuento de terror en el que un grupo de pasajeros de un subterráneo queda atrapado bajo tierra por una secta religiosa de asesinos en Montreal. Alejado de los estrenos comerciales, Maurice Devereaux continúa expandiendo su obra de forma callada, pero segura. En este caso adopta una estructura de tres actos más definida, un tono más efectista y la dinámica carpenteriana de un grupo de personajes atrapado. Pese al bajo presupuesto, la pelícua saca provecho de la ambientación (el tren en la primera parte, los túneles en la segunda). Los personajes están definidos con rasgos elementales, pero efectivos. La referencia a Shivers (1975) cuando uno de ellos intenta salir de la estación y se encuentra con la puerta cerrada, habla de cierta tradición del cine canadiense de terror. El fundamentalismo religioso oficia de villano de la función. Las muertes y los asesinos se multiplican de forma exponencial. Y la iconografía de los demonios que aparecen al final (aunque hay un pequeño detalle de su apariencia a mitad de camino) es realmente aterradora.