Cuento de terror en el que una turista americana se pierde en las calles de Toledo y va a parar a una mansión en la que vive una familia demente. El film se destaca por la excelente iluminación que le da un toque macabro, por las primeras escenas que muestran a la protagonista sola y perdida, por la cuota de malsania que aporta la necrofilia y por un gran epílogo que transcurre en un avión vacío.
Bava nos lleva de paseo por otro cuento gótico de turbia atmósfera, macabra elegancia y oscuras resonancias. Esta vez el tono fantástico y surreal está más acentuado. Pero la experiencia por momentos puede resultar frustrante. Los viajes en el tiempo, los personajes que aparecen y desaparecen, los asesinatos irracionales, los fantasmas del pasado, la historia que se repite, la ambientación en un castillo de innumerables pasadizos, escaleras y sombras pueden desconcertar más que asustar al espectador. Sólo cuando volvemos momentáneamente al presente y a la normalidad nos damos cuenta de la magnitud y de la belleza de semejante viaje. Allí Bava nos despide con la excelente secuencia del avión que, de alguna manera, cierra un círculo con el inicio de Gli orrori del castello di Norimberga (1972).