Thriller de ciencia ficción en el que un hombre sobrevive a un accidente de tren fatal y descubre sus poderes como superhéroe en Philadelphia. Pese a narrar una historia completamente diferente, el film sigue la estela de The Sixth Sense (1999). Hay demasiados elementos en común para evitar las comparaciones: el ambiente sombrío, los personajes necesitados de salvación, la presencia de un niño, el esperado final sorpresa. Pero no hay que menospreciar la paciencia y la tranquilidad con que Shyamalan construye el descubrimiento de la condición del protagonista. Aunque carezca de la atmósfera terrorífica del film anterior, lo que queda es un realista cuento de superhéroes adaptado a problemas cotidianos (más allá de las posturas del villano) en el que queda claro que antes de salvar a la humanidad, el héroe debe salvarse a sí mismo. Se destacan la mirada inocente de los niños y la habilidad de Shyamalan para jugar con la duración y el tamaño del plano (la charla en el tren con la cámara detrás de los asientos). En la resolución irrumpe la violencia con una secuencia en la que la música se desentiende de la acción y el excelente plano en el que el protagonista queda en el medio.