Drama criminal en el que el dueño de un almacén viudo busca justicia por el asesinato de su perro en un pueblo de Oregon. Luego de la buena experiencia de su compañero Chris Sivertson adaptando a Jack Ketchum en The Lost (2006), Lucky McKee prueba suerte con el mismo novelista para despegarse un poco de los mecanismos del gore y del terror. Pero, al igual que con The Woods (2006), los problemas con los productores hacen que no se sepa hasta qué punto el resultado final es fiel a sus intenciones. De hecho en este caso son dos los directores acreditados. El noruego Trygve Allister Diesen hace su debut en Estados Unidos como codirector, pese a que poco se ha visto de él luego de su ópera prima, Isle of Darkness (1997). Lo cierto es que es una película distinta, más reposada y naturalista que los anteriores films de McKee. Algunas soluciones acertadas de puesta en escena dan lugar a ese gran actor que es Brian Cox para que muestre toda la pena y la tranquila desesperación por hacer justicia de su personaje. El film bordea el terreno manipulador y reaccionario de los thrillers de revancha de la década de 1970, pero logra evitarlo con inteligencia. Sin embargo el acabado final del producto acusa sus problemas de realización: la secuencia inicial de créditos televisivos y la resolución no parecen acordes al talento de McKee.