Cuento de terror en el que una chica es enviada a una escuela reformatorio en New England en 1965. Luego de la impresionante May (2002), McKee realiza un film con un presupuesto más abultado, una ambientación de época reciente, temática sobrenatural y los mecanismos del género de terror más codificados. Si bien los problemas de distribución terminaron relegando al producto al estreno en video, el film confirma algunas de las expectativas generadas sobre McKee. Conserva buena parte de sus recursos: el retrato de una chica con problemas de adaptación, la consistencia dramática y las referencias al giallo, en especial Suspiria (1977). Tampoco teme a las posibilidades de la fantasía. Tal vez no pueda superar los lugares comunes de un guión que utiliza las pesadillas, los flashbacks y las alucinaciones para generar miedo, pero McKee lo compensa en otros aspectos. Por empezar, la banda sonora con canciones de la época de Lesley Gore, el gran trabajo de todas las actrices (en especial Patricia Clarkson como la directora), el refinamiento de la puesta (la escena en que la protagonista llama por teléfono a su madre) y la identidad que gana el bosque (sin siquiera mostrarlo) están muy por encima de lo habitual en el género. Además, el clímax con las ramas de los árboles que entran a la escuela es tan logrado como inquietante. El balance es más que positivo. De a poco McKee se ha convertido en una de las voces más personales del cine de terror americano de la década de 2000.